domingo, 5 de octubre de 2014

¿Cómo se formaron las estrellas de la Selección?

La ‘tricolor’ volvió con pie derecho al Mundial. Detrás de este logro hay una generación que demostró que la formación para el deporte vence la adversidad.

David Ospina, arquero de la Selección Colombia.


Los jugadores de la Selección recorrieron diferentes caminos para llegar a la gloria, pero comparten algo: fueron sometidos desde muy jóvenes a una rigurosa formación que les exigió dedicación, compromiso y sacrificio. Los frutos se ven hoy, pero la semilla fue sembrada década atrás.

Las estrellas de la selección

David Ospina

Se formó en la escuela de fútbol Alexis García, en Medellín. Muy temprano, su proyección dio para que el entonces presidente de Atlético Nacional, Víctor Marulanda, comprara sus derechos deportivos. Tenía apenas 15 años cuando ingresó a las inferiores del club.

De la mano de Fabio Calle, preparador de arqueros del club verdolaga, tuvo que perfeccionar el saque, el juego con los pies y los balones aéreos. Gracias a su preparación técnica y mental logró convertirse en el 2007 en el guardameta más joven en quedar campeón en Colombia, con apenas 18 años.

Esta buena actuación sirvió para que al año siguiente fuera comprado por el Niza de Francia, equipo con el que alcanzó su madurez futbolística hasta convertirse hoy en el ángel guardián de la Selección.

Camilo Zúñiga

 


Los zapatos no le duraban más de 15 días, pues se la pasaba pateando balones en la cancha La Palma, de Chigorodó, su pueblo natal. Fue en este lugar donde se inició como delantero y fue fichado por Atlético Nacional en 1999, cuando apenas tenía 14 años, para que hiciera parte de las divisiones menores del club. En el equipo verdolaga, ante la poca oportunidad que tenía como goleador, tuvo que aprender labores defensivas para convertirse en lateral.

En el 2008, luego de obtener dos títulos con Atlético Nacional, partió al fútbol italiano: primero llegó a Siena F.C y un año después a Napoli, donde es considerado hoy, según el periódico The Guardian, uno de los 100 mejores jugadores del mundo.

Juan Cuadrado




Cuadrado, nacido en Necoclí, en el Uraba antioqueño, desde muy pequeño se le cerraron las puertas. Fue rechazado de clubes como Atlético Bucaramanga, Deportivo Cali y Boca Juniors de Argentina, porque “decían que era muy bajito y flaquito”, cuenta el técnico Nelson Gallego, en el documental Diario de un sueño.

Fue precisamente Gallego el que lo sometió a un riguroso plan que incluía vitaminas, creatina y ejercicio de fortalecimiento muscular, para que ganara contextura física.

Gracias a esta formación, el jugador recibió la oportunidad de hacer parte de Independiente Medellín entre el 2008 y el 2009, equipo con el que se consolidó y pudo dar el paso al fútbol de Italia, donde hoy deleita al mundo con sus gambetas.

Falcao García

 


Jorge Álvarez, periodista que siguió los primeros pasos de Falcao, asegura en el documental La esperanza de Colombia de ESPN, que el delantero colombiano marcó 486 goles como jugador amateur, mientras hacía parte del equipo Fair Play de Bogotá, entre los 8 y 13 años.

Esta actuación le sirvió para convirtirse en el futbolista más joven en disputar un partido oficial en Colombia, a los 13 años con el club Lanceros de Boyacá, de la primera B.

En el 2001, fue reclutado por River Plate de Argentina, donde además de ténicas de cabeceo, desmarque y definición, aprendió a tener fortaleza. Años después, en el 2006, en su primer año en la primera división del fútbol gaucho sufrió una rotura de ligamento cruzado que por poco lo saca del deporte, pero 10 meses después pudo volver a las canchas e iniciar una carrera exitosa que continúo en Porto de Portugal, Atlético de Madrid y ahora Mónaco F.C.

¿Cómo se hace un jugador?


Durante la primera etapa, en las categorías infantiles, que agrupan niños entre los 6 y 11 años, “la formación debe ser universal, integral y polideportiva, porque más adelante el chico puede escoger otra disciplina”, explica Jorge Griffa en su libro Programa de enseñanza y perfeccionamiento juvenil.

El ciclo competitivo y de alto rendimiento empieza desde los 12 años. A esa edad los mejores ingresan a las canteras de los clubes. Durante esta etapa, aparte de fundamentar aspectos tácticos y potenciar habilidades, se realiza una orientación hacia metas de autosuperación, liderazgo, responsabilidad y trabajo en equipo.

“El chico tiene que entender que pase lo que pase ya es un ganador”, afirma Griffa.

Entre los 16 y 17 años, se lleva a cabo un proceso selectivo muy fuerte para que, mínimo, a partir de los 18 años, los jugadores estén en el fútbol profesional.

“El proceso de formación exige la integración de diversas áreas como psicología, sociología, pedagogía, antropología, biología y nutrición. A la hora de seleccionar a los mejores hay que tener en cuenta todas estas dimensiones, no solo ver talento presente, sino la proyección a futuro”, explica Orlando Blanco, decano de la facultad de Ciencias del deporte de la Universidad UDCA.

Durante el proceso, los clubes deben contar con un psicólogo deportivo, quien se encarga de “canalizar las tensiones agresivas que amenazan la convivencia. El acento debe estar puesto más en la autosuperación que en la competitividad, pues el deporte es un eje formador que genera valores, conocimientos y comportamientos”, explica Liliana Céspedes, especialista en psicología deportiva.

Claro que la posibilidad de entrenarse en un club no siempre es factible para todas las familias. Por ejemplo, los menores que pertenecen a las escuelas de fútbol de Santa Fe, en Bogotá, deben pagar entre 240 y 280 mil pesos de matrícula; y entre 150 y 180 mil pesos de mensualidad.

Esta generación dorada del fútbol colombiano es fruto de un proceso. 15 de los 23 jugadores que nos representan en Brasil pasaron por los seleccionados sub 17 y sub 20 de Colombia. No se trata de formar muchos Falcaos, sino de hacer mejores seres humanos. Al fin y a al cabo, el partido dura 90 minutos, pero la vida se juega cada segundo.

Articulo tomado de semana.com

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